LA FUNCIÓN NATURAL
DE LOS RÍOS

¿Qué pasó con el sentido común?


Víctor M. Ponce


♦ Los ríos ♦

Los ríos son elementos obvios e importantes del paisaje. Ellos transportan agua por gravedad, desde las cabeceras de las cuencas hacia los océanos. El proceso natural es contínuo; el objetivo es cerrar el ciclo hidrológico mediante el regreso del escurrimiento al océano. En el caso del agua superficial, el ciclo dura un promedio de once (11) días; es decir, globalmente, toda la cantidad de agua superficial es reemplazada cada once días. Los ríos representan una fuente de agua fresca, completamente renovable en un tiempo relativamente corto. A través de los años, los ríos han sido usados como fuentes de agua fresca, con el fin de satisfacer las demandas crecientes de la sociedad por el precioso líquido.

En regiones áridas y semiáridas, el agua fresca es un recurso natural escaso, a ser medida, distribuída, y apropiada para usos económicos. Hay, sin embargo, un problema que debe ser tomado en cuenta. Los ríos transportan no solamente agua, sino también algunos sólidos, específicamente sólidos suspendidos (sedimentos) y disueltos (en su mayoría, sales). Aquí tratamos específicamente de los sólidos disueltos. La función natural de los ríos es llevar estos sólidos al océano.1

El primer y más importante rol de los ríos es el exportar los sólidos producidos por la cuenca. Por lo tanto, debemos reservarse una parte del escurrimiento para este propósito. Nuestra labor es determinar juiciosamente qué porción del escurrimiento debe ser reservado. Una vez que esta labor está cumplida, el resto de la escorrentía podrá ser usada en forma consuntiva, por ejemplo, para la irrigación. No se debe disponer de toda la escorrentía para uso consuntivo, porque esto iría contra del derecho de la naturaleza de disponer de sus propias sales. Además, nosotros tampoco podríamos eliminar nuestras sales.

Sin embargo, esto es exactamente lo que la sociedad aparentemente está empeñada en hacer. En el valle de San Joaquín de California, un importante valle productor de alimentos para consumo humano y para el ganado, el concepto de "descarga neta nula" está convirtiéndose en práctica establecida. Nótese que por un lado, la sociedad quiere que los agricultores produzcan alimentos; por otro lado, no quiere que éstos dispongan de sus sales de desechos, argumentando que irían a "poluir" al río. Cabe mencionar que desde tiempos inmemoriales el agua superficial y los ríos han servido de agentes para remover excesos de sales.

♦ Los sólidos ♦

Bajo condiciones prístinas, los ríos contienen una cantidad de sólidos disueltos totales que varía desde un valor bajo de 80 ppm (partes por millón) en las cabeceras, a cerca de 500-1000 ppm en los tramos bajos. La cantidad de sólidos disueltos depende del clima local, la geología, y la geomorfología. Típicamente, las cuencas que han sido parcialmente endorreicas en el pasado geológico, o que son actualmente endorreicas, tienen la tendencia a registrar concentraciones más altas de sales. La sal se concentra a través de la evaporación y la evapotranspiración. En regiones áridas predomina la evaporación; en regiones húmedas predomina la evapotranspiración. Independientemente del clima, las sales se producen por el mero funcionamiento de la biósfera, ya sea a través de la concentración mediante evaporación y evapotranspiración, o a través de su liberación de la rocas y subsecuente desecho, pues algunas sales no se necesitan en la cantidad en que se producen en forma natural.

Es una verdad bastante conocida que la irrigación produce sales. Esto no debe causar sorpresa, pues la irrigación es solamente una forma eficiente de producir alimentos, es decir, materia vegetal. En su ciclo vegetativo, las plantas evapotranspiran una gran cantidad de agua, concentrando las sales. A la vez, ayudan a liberar muchos buenos nutrientes, y algunos no tan buenos, de las rocas y suelo subyacentes. Por lo tanto, el desecho de la irrigación es como cualquier otro desecho: no se necesita donde ocurre, y por lo tanto, es candidato a ser desechado.

Actualmente, existe la tendencia a considerar que los desechos de la irrigación no son tan malos como para ser eliminados. Siguiendo esta manera de pensar, se ha desarrollado el concepto de "laguna de evaporación." La laguna de evaporación está ubicada en algún lugar aguas abajo de la irrigación, lista para recibir las aguas salinas, evaporar las aguas y acumular los sólidos, es decir, las sales de desecho. Esta situación, sin embargo, no es óptima, porque sabemos que en los lugares en que la naturaleza ha producido sistemas de drenaje cerrados, también ha suprimido la mayor parte de los ecosistemas. En el mundo hay muchos ejemplos de sistemas de drenaje endorreicos; todos están invariablemente limitados en su habilidad para sostener una diversidad de especies de flora y fauna.

El argumento reciente de que deben separarse las sales y usarlas, en forma separada, como un recurso en vez de desecho, queda aún por ser demostrado. La separación de sales podría ser muy costosa en términos del uso de energía. La tecnología de separación de sales solamente podrá ser justificada si no resulta en un aumento en el uso de combustibles fósiles y en nuestra huella de carbono.

♦ Conclusión ♦

En conclusión, si insistimos en construir lagunas de evaporación en los lugares donde antes habían empresas de irrigación, produciremos un futuro no muy distante lleno de tierras afectadas por sales. Esto significa el eventual abandono de la empresa de irrigación, una estrategia que claramente no es la más apropiada. La estrategia correcta es reservar una cierta cantidad de escurrimiento para que lleve los sólidos al océano. En la manera de lo posible, debe preferirse el flujo por gravedad, el cual es totalmente renovable, para transportar los sólidos de desecho al océano.
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1 Pillsbury, A. F., 1981. "The Salinity of Rivers," Scientific American, July, 55-65.


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