Fig. 1 En la Naturaleza, el agua superficial y subterránea están
conectados.
USO Y SOSTENIBILIDAD DEL AGUA SUBTERRÁNEA
Victor M. Ponce
Enero 2020
RESUMEN
El uso indiscriminado y, en ocasiones, excesivo de las aguas subterráneas
ha generado dudas sobre su sostenibilidad. ¿En qué medida se puede explotar
el agua subterránea sin comprometer indebidamente el principio del desarrollo
sostenible? La sostenibilidad del agua subterránea debe evaluarse
desde una perspectiva interdisciplinaria, donde la hidrología, la ecología,
la geomorfología y la climatología juegan un papel importante. Los sistemas
de flujo de aguas subterráneas poco profundas
deben distinguirse de los sistemas
de flujo de aguas subterráneas profundas; los primeros interactúan con el agua
superficial, mientras que los segundos no. En general, el agua subterránea no
se recicla tan rápido como el agua superficial, con las velocidades
de reciclaje del
agua subterránea varían de años a milenios, dependiendo de la ubicación, tipo,
profundidad, propiedades y conectividad del acuífero.
El bombeo excesivo puede conducir al abatimiento del agua subterránea,
en el cual el agua subterránea se extrae a un ritmo
más rápido de lo que puede reponerse.
El uso no regulado del agua subterránea
conduce a la "Tragedia de los Comunes",
con el eventual agotamiento del recurso y la ruina para todos.
Los efectos del desarrollo excesivo de agua subterránea
tienden a ser aparentes gradualmente, con el tiempo a menudo medido en décadas.
Para asegurar la sostenibilidad, los estudios deben demostrar que los impactos
hidrológicos, ecológicos y de otro tipo
son mínimos. Además de la cantidad de agua, la sostenibilidad debe
implicar la preservación de la calidad del agua.
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1. AGUA SUPERFICIAL Y SUBTERRÁNEA
El agua subterránea es la porción del ciclo del agua de la Tierra que fluye bajo tierra.
El agua subterránea se origina de la precipitación que se filtra en el suelo. La filtración
es el flujo de agua a través del suelo y rocas porosas o fracturadas. La capa freática separa
la zona saturada o del acuífero, de la zona no saturada o vadosa, donde el agua no llena
todos los huecos o espacios en el suelo o roca (Fig. 1). La tendencia general es que el agua
en la zona no saturada se mueva hacia abajo hasta llegar al nivel freático. Por otro lado,
el agua en la zona saturada se mueve principalmente a lo largo de gradientes hidráulicos
horizontales, de elevaciones más altas a más bajas. El océano es el sumidero natural de
los flujos de agua subterránea.
El agua se encuentra entre los recursos naturales más preciados. En muchas regiones del mundo,
las presiones del desarrollo económico están produciendo una escasez de agua superficial. Sin
embargo, en la mayoría de los lugares, el agua subterránea se puede encontrar dentro de una
distancia relativamente corta debajo de la superficie del suelo. Por ejemplo, Meinzer (1927),
en sus primeros trabajos sobre plantas como indicadores de aguas subterráneas, informó
profundidades de la capa freática que van de 4 a 50 pies (1.2 a 15 metros) en Sulphur
Spring Valley, Arizona; 1 a 62 pies (0.3 a 19 metros) en la Cuenca Tularosa, Nuevo México;
y de 2 a 60 pies (0.6 a 18 metros) en Big Smoky Valley, Nevada.
El suministro generalizado y aparentemente abundante de agua subterránea ha llevado a su uso
indiscriminado y en ocasiones excesivo. Sin embargo, este uso puede tener efectos diversos y,
a menudo, de gran alcance en la hidrología y ecología local y regional. Estos aspectos
interdisciplinarios de la utilización del agua subterránea han puesto en tela de juicio
el concepto de rendimiento seguro, definido como el mantenimiento de un equilibrio
a largo plazo entre la cantidad de extracción y la cantidad de recarga (Sophocleous, 2000).
Por lo tanto, ha surgido el problema de la sostenibilidad del agua subterránea
(Alley y Leake, 2004). ¿En qué medida pueden explotarse los recursos de agua subterránea
de una región sin comprometer indebidamente el principio del desarrollo sostenible?
El desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades
(Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, 1987).
¿En qué medida pueden explotarse los recursos de agua subterránea de una región sin comprometer indebidamente el principio del desarrollo sostenible?
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Al buscar respuestas a esta pregunta, debemos mirar no solo a la disciplina de geología
de las aguas subterráneas, sino también a la síntesis de varias ciencias de la tierra
relacionadas. La sostenibilidad de la utilización del agua subterránea debe evaluarse
desde una perspectiva interdisciplinaria, donde la hidrología, la ecología, la geomorfología
y la climatología juegan un papel importante. Este artículo contribuye a establecer una
base científica sólida para esta síntesis.
2. ORIGEN DEL AGUA SUBTERRÁNEA
La precipitación es la fuente de todas las aguas subterráneas, nuevas y antiguas. La
precipitación que no forma parte de la escorrentía superficial o permanece en la superficie
de la tierra se filtra al suelo. Una vez allí, puede seguir tres caminos distintos (Fig. 2):
Permanecer en la zona no saturada (vadosa) sujeta a acción capilar,
Regresar a la atmósfera por evaporación y evapotranspiración, o
Fluir hacia abajo hasta llegar al nivel freático,
momento en el que se une al agua subterránea propiamente dicha.
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Fig. 2 El ciclo hidrológico.
A lo largo de milenios, el agua subterránea se ha acumulado bajo tierra, filtrándose lentamente
a través del suelo y las rocas, generalmente en dirección al océano más cercano. [Una porción
más pequeña de agua subterránea se acumula en cuencas de drenaje endorreicas cerradas que se
encuentran en el interior de los continentes].
En términos de su trayectoria de flujo y destino, el flujo de agua subterránea se divide en:
-
Flujo de aguas subterráneas poco profundas, y
-
Flujo profundo de agua subterránea.
El flujo de aguas subterráneas poco profundas, o escorrentía de aguas subterráneas,
intercepta la superficie de la tierra, alimentando manantiales y volviendo a las aguas
superficiales como el flujo perenne (o flujo base) de arroyos, ríos y otros cuerpos de agua
dulce, como pantanos y lagos. Por el contrario, el flujo de aguas subterráneas profundas, o la
percolación profunda
del agua subterránea, no intercepta la superficie de la tierra, sino que fluye
directamente hacia el océano.
La percolación superficial es la fuente del flujo de aguas subterráneas
poco profundas. A nivel mundial, la cantidad anual de percolación superficial
es igual a la cantidad anual de flujo base que se descarga en arroyos y ríos
(World Water Balance, 1978). Dado que el flujo base constituye el
30% del flujo de la corriente, y el flujo de la corriente es
aproximadamente el 40% de la precipitación, se deduce que
el flujo base o la percolación superficial constituyen
(0,30 x 0,40) x 100 = 12% de la precipitación (L'vovich, 1979).
Por definición, la percolación profunda no pertenece a las aguas superficiales y, por lo tanto, no puede afectar su cantidad.
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La percolación profunda es la fracción de percolación que llega al agua subterránea profunda.
En términos de volumen, la percolación profunda es aproximadamente 1/20 del flujo
(L'vovich, 1979). Por lo tanto, sobre una base global anual, la percolación profunda constituye
(0.05 x 0.40) x 100 = 2% de precipitación (Fig. 3). Este valor varía en función de la escala,
de local a regional; Además, tiene una tendencia a disminuir de las regiones costeras a las
del interior.
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Fig. 3 Componentes globales anuales de la precipitación.
La cantidad de percolación profunda es de considerable interés práctico desde el punto de vista
de la sostenibilidad. Por definición, la percolación profunda no pertenece a las aguas
superficiales y, por lo tanto, no puede afectar su cantidad. Por otro lado, la filtración
superficial es la fuente de la filtración a las aguas superficiales. Cualquier cantidad de
agua extraída del agua subterránea poco profunda a través del bombeo de pozos ataja
efectivamente el proceso natural, volviendo a la superficie de la tierra cantidades de agua
subterránea que eventualmente regresarían a las aguas superficiales de todos modos.
[Una excepción es el bombeo en zonas costeras, donde las
aguas subterráneas poco profundas pueden unirse directamente al océano. Sin embargo, el
bombeo excesivo de aguas subterráneas poco profundas cerca de la costa del mar puede
conducir a la intrusión de agua salada].
3. CANTIDAD Y CALIDAD DEL AGUA
De toda el agua de la Tierra, solo el 3% es agua dulce; el resto es agua salina (oceánica).
De todo el agua dulce en la Tierra, el 68.7% se almacena permanentemente en capas de hielo y
glaciares, el 30.1% es agua subterránea, el 0.3% es agua superficial y el 0.9% es otro
almacenamiento menor (Fig. 4). Por lo tanto, el agua subterránea es aproximadamente cien
veces más abundante que el agua superficial. Sin embargo, aunque el agua superficial es
típicamente baja en iones de sal, el agua subterránea, particularmente la que se encuentra
a grandes profundidades, puede contener altas concentraciones de iones de sal, lo que limita
efectivamente su uso económico. Las aguas subterráneas salinas tienen concentraciones
superiores a 1,000 partes por millón (ppm). En los Estados Unidos, la profundidad de
las aguas subterráneas salinas varía de menos de 500 pies (150 metros) a más de 1,000
pies (300 metros) (Alley, 2003).
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Fig. 4 La distribución del agua de la Tierra.
Para propósitos
de comparación, la salinidad de las aguas dulces es inferior a 500 ppm, mientras
que la salinidad de las aguas oceánicas es de aproximadamente 35,000 ppm. El agua ligeramente
salina, por ejemplo, el agua de riego, tiene concentraciones de 500 a 1,500 ppm, mientras que
el agua moderadamente salina, como el agua de drenaje y el agua subterránea, varía de 1,500 a
5,000 ppm. Las aguas subterráneas altamente salinas pueden tener concentraciones de salinidad
superiores a 5,000 ppm.
4. EDAD DEL AGUA SUBTERRÁNEA
La edad es una diferencia importante entre las aguas superficiales y subterráneas. Las aguas
superficiales son típicamente frescas, claramente nuevas. A nivel mundial, el agua superficial
se recicla cada 9 a 16 días con un promedio de 11 días (World Water Balance, 1978; L'vovich,
1979). La evaporación, la evapotranspiración y la escorrentía superficial son los agentes
responsables del reciclaje relativamente rápido del agua superficial.
Las tasas de reciclaje del agua subterránea varían de años a milenios, dependiendo de la
ubicación, tipo, profundidad, propiedades y conectividad del acuífero.
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A diferencia del agua superficial, el agua subterránea no se recicla fácilmente. Las tasas de
renovación del agua subterránea varían de días a años, y de siglos a milenios, dependiendo de
la ubicación, tipo, profundidad, propiedades y conectividad del acuífero (Fig. 5). El tiempo
promedio para la renovación del agua subterránea es de 1,400 años (World Water Balance, 1978).
Los tiempos de renovación más cortos tienden a estar asociados con aguas subterráneas poco
profundas, mientras que los tiempos de renovación más largos están asociados con aguas
subterráneas profundas. Significativamente, las tasas de renovación de las aguas subterráneas
profundas son aproximadamente 1/15 de las de las aguas subterráneas poco profundas
(Jones, 1997). Algunas aguas fósiles pueden tener edades superiores a 30,000 años.
Las técnicas de datación por carbono se pueden usar para estimar la edad de las aguas
subterráneas fósiles. Estas aguas subterráneas son prácticamente no renovables; una vez
usadas, no es probable que se recarguen pronto.
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Fig. 5 Edad de las aguas subterráneas.
5. RECARGA Y DESCARGA
Los niveles de agua subterránea varían estacionalmente y anualmente. Son altas al final de la
estación húmeda y bajas al final de la estación seca; asimismo, son altas al final de un año
húmedo y bajas al final de uno o más años secos (un período de sequía). Sin embargo, a largo
plazo (décadas o siglos), los niveles de agua subterránea que ocurren naturalmente tienden a
ser estables, es decir, experimentan muy pocos cambios.
El agua subterránea se recarga naturalmente aguas arriba y descarga aguas abajo. Las áreas de recarga
están cerca de los picos de las montañas, donde es probable que la precipitación sea mayor que
en las tierras bajas adyacentes. Las aguas subterráneas poco profundas se descargan en los
valles y otras zonas bajas de la corteza terrestre (Fig. 6). El agua subterránea profunda se
descarga directamente en el océano.
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Ministry of Environment, British Columbia |
Fig. 6 Recarga y descarga de agua subterránea
en Gulf Islands, British Columbia, Canada.
A través de la intervención humana, el agua subterránea está sujeta a descargas artificiales,
es decir, el proceso de bombear agua subterránea desde un acuífero para satisfacer una
necesidad socioeconómica. En algunos casos, el agua subterránea también puede estar sujeta a
recarga artificial. Actualmente, algunas comunidades progresistas están logrando la recarga
artificial de sus acuíferos para conservar el recurso de agua subterránea.
El bombeo excesivo puede conducir al agotamiento del agua subterránea, en donde el agua
subterránea se extrae a un ritmo más rápido de lo que se puede reponer.
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El bombeo excesivo puede conducir al agotamiento del agua subterránea, en donde el agua
subterránea se extrae de un acuífero a un ritmo más rápido de lo que se puede reponer.
El agotamiento puede tener efectos importantes en las aguas superficiales y subsaturadas
(vadosas) y en los ecosistemas terrestres, ribereños y de otro tipo que dependen de estas
aguas.
6. PROPIEDADES FÍSICAS
El flujo de agua subterránea tiene dos propiedades físicas principales:
Conductividad hidráulica,
y
Rendimiento específico.
La conductividad hidráulica es la velocidad a la que el agua fluye a través de medios porosos
(suelo y roca porosa o fracturada), expresada en unidades de velocidad (metros por segundo;
pies por segundo). El rendimiento específico es el volumen de poros de drenaje libre, expresado
por unidad de volumen total. Un acuífero con grandes valores de conductividad hidráulica o
rendimiento específico, o ambos, puede liberar grandes cantidades de agua a pozos o manantiales.
En general, el flujo de agua subterránea se describe por la Ley de Darcy (Freeze y Cherry, 1979). Esta ley establece que el caudal volumétrico Q a través de medios porosos es proporcional al
área de flujo A, la conductividad hidráulica K y el gradiente hidráulico i (Fig. 7):
en la cual
i = (ha - hb) / L | (Ec. 2)
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La conductividad hidráulica de un acuífero puede cambiar con la posición (heterogeneidad) y la
dirección (anisotropía), pero generalmente no cambia con el tiempo. Sin embargo, el gradiente
hidráulico puede cambiar en el tiempo, dependiendo de la temporada, pero lo más importante, de
la tasa de bombeo y el grado de agotamiento del acuífero.
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Portage County, Wisconsin |
Fig. 7 El ensayo experimental de Darcy.
7. ACUÍFEROS
Dependiendo de su posición con respecto a la superficie del suelo y otras capas permeables
o impermeables (acuitardos), los acuíferos se clasifican en:
No confinados, y
Confinados.
Los acuíferos no confinados se encuentran cerca de la superficie y, en su mayor parte,
constituyen aguas subterráneas poco profundas. Los acuíferos confinados se encuentran a
mayores profundidades, debajo de una capa de confinamiento y, a menudo, bajo presión.
Los acuíferos confinados pueden constituir aguas subterráneas poco profundas o profundas,
según las características del flujo regional de aguas subterráneas (véase, por ejemplo, la
Fig. 8). En acuíferos confinados, el rendimiento específico es reemplazado por la capacidad
de almacenamiento, para reflejar el hecho de que las liberaciones de acuíferos son causadas
por cambios en la presión del fluido y no por la remocion de agua de los poros.
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Fig. 8 Descripción conceptual del flujo de agua superficial y
subterránea en la zona costera del estado de Georgia, EE.UU.
Dependiendo de su edad geológica, los acuíferos se clasifican en:
Cuaternario, y
Terciario.
Los acuíferos cuaternarios se encuentran dentro de depósitos aluviales, coluviales, glaciales o lacustres.
Consisten principalmente en materiales no consolidados como arena y grava, pero también pueden
tener algo de limo y arcilla. Estos acuíferos son generalmente superficiales; fluyen a través
de suelos depositados en los valles y otras depresiones de la superficie de la Tierra a lo largo
del Período Cuaternario (1.6 a 1.8 millones de años de edad). estos acuiferos pueden ser confinados o no confinados,
y contienen, en su mayor parte, aguas subterráneas poco profundas. La conductividad hidráulica
y el rendimiento específico de los acuíferos cuaternarios suelen ser grandes en comparación con los de otros acuíferos.
Los acuíferos terciarios pueden estar cerca de la superficie o a mayores profundidades, y
pueden estar confinados o no confinados. Están compuestos de rocas sedimentarias o fracturadas;
o, en algunos casos, de depósitos no consolidados debajo de la roca. Dependiendo de su
profundidad y conectividad, los acuíferos terciarios pueden contener aguas subterráneas
poco profundas o profundas, o ambas.
La conductividad hidráulica de los acuíferos sedimentarios es una función de la porosidad de
la roca. Para los acuíferos fracturados, las propiedades hidráulicas dependen del tamaño,
extensión, grosor, densidad, orientación y conectividad de las fracturas. A medida que los
acuíferos sedimentarios más conocidos alcanzan su máximo potencial de utilización, los
acuíferos de roca fracturados se aprovechan cada vez más. En algunas regiones, los acuíferos
de roca fracturados constituyen una parte importante de los recursos de agua subterránea.
En el continente australiano, por ejemplo, estos acuíferos subyacen al 40% de la superficie
(Fig. 9).
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Gobierno de Australia Del Sur |
Fig. 9 Acuíferos sedimentarios y de roca fracturada en el continente australiano.
Las tasas de movimiento de las aguas subterráneas en los acuíferos fracturados son difíciles
de cuantificar, y los rendimientos a menudo son extremadamente variables y dependen de la
distribución de las grandes fracturas. Por ejemplo, un estudio detallado de un acuífero de
roca fracturado en el Valle de Clare, Australia del Sur, reveló una variabilidad en la
conductividad hidráulica de diez órdenes de magnitud, desde 102 metros/día
en algunas pruebas de bombas de acuífero hasta 10-8 metros/día en pruebas
en los núcleos de roca (Love et al., 2001).
Las velocidades de flujo y las tasas de transporte de contaminantes en fracturas o cavidades
pueden ser altas, lo que resulta en la aparición temprana de contaminantes en los
pozos o corrientes y en la filtración y/o eliminación deficiente de los patógenos.
El conocimiento de la dinámica del flujo de fractura y la orientación y ubicación de la
fractura es esencial, porque las fracturas pueden causar un comportamiento notablemente
anisotrópico, especialmente con respecto al transporte de contaminantes (National Research
Council, 2000). En principio, la dirección del flujo en los acuíferos de roca fracturada
puede diferir de la dirección del gradiente hidráulico máximo en hasta 90 o
(Love et al., 2001). Por lo tanto, las rutas de flujo preferidas en los acuíferos de roca
fracturada pueden cruzar los límites superficiales de la cuenca hidrográfica, desafiando
la caracterización hidrológica convencional.
8. SISTEMAS DE AGUA SUBTERRÁNEA
Un sistema de agua subterránea puede consistir en uno o más acuíferos de diferentes
tipos. La extensión de los sistemas de flujo de agua subterránea varía de unos pocos
kilómetros cuadrados o menos, a decenas de miles de kilómetros
cuadrados. La longitud de
los flujo de agua subterránea varía de unos pocos metros a decenas de metros,
y a veces cientos de kilometros. Un
sistema de flujo de agua subterránea profunda, con largas distancias de flujo entre las áreas de
recarga y descarga, puede estar cubierto por, y en conexión hidráulica, con varios sistemas
de flujo poco profundos y más locales. Por lo tanto, la definición de un sistema
de agua subterránea es en cierta medida subjetiva y depende en parte de la escala del
estudio (Alley et al., 1999).
9. POZOS DE BOMBEO
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Fig. 10 Tipos de acuíferos y pozos.
El bombeo desde un pozo de agua freática reduce los niveles de agua subterránea cerca del pozo (Fig. 10).
La zona afectada se conoce como el cono de depresión, y la superficie de la tierra sobre
ella, su área de influencia (Fig. 11). El bombeo de pozos cambia la dirección
natural y el flujo de agua subterránea dentro del área de influencia. Si
dos conos de depresión se superponen, la interferencia reduce el agua disponible en cada pozo
(Fig. 11). La interferencia de pozos puede ser un problema cuando muchos pozos compiten
por el agua del mismo acuífero, particularmente a la misma profundidad.
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Fig. 11 Cono de depresion, área de influencia, e interferencia de pozos.
En los casos en que el área de influencia de un pozo se extiende a un arroyo o lago cercano,
se produce una inversión en la dirección del flujo y el cuerpo de agua comienza a perder agua al pozo
por recarga inducida. Los arroyos, humedales y lagos pueden secarse por completo bajo
condiciones sostenidas de recarga inducida.
10. PLANTAS QUE BOMBEAN AGUA
La característica más destacada de la flora de las regiones áridas es su relación o falta de
relación con la capa freática. Por un lado, están las xerófitas adaptadas a una
economía extrema del agua, que dependen de la lluvia poco frecuente para su subsistencia y
que, durante períodos prolongados de sequía, se mantienen casi inactivas. Por otro lado,
están las freatofitas, o plantas de pozo, que habitualmente crecen donde pueden
enviar sus raíces a la capa freática, o al borde capilar que se encuentra inmediatamente
sobre la capa freática; por lo tanto, pueden obtener un suministro de agua perenne y seguro
(Meinzer, 1927).
Los freatofitos, o plantas de pozo, crecen habitualmente donde pueden enviar sus raíces a
la capa freática.
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El agotamiento del agua subterránea pone en riesgo la supervivencia de las plantas freatofitas.
A su vez, la pérdida de vegetación puede producir un efecto dominó en el resto del paisaje,
con aumento de la erosión, aumento del albedo de la superficie, disminución de la humedad
ambiental y cambio climático.
11. UTILIZACIÓN DEL AGUA SUBTERRÁNEA
El uso de un acuífero implica la eliminación de volúmenes considerables de agua
subterránea, y esto cambia los patrones naturales de recarga y descarga del acuífero. La
recarga neta se define como la diferencia entre recarga y descarga. En condiciones prístinas,
la recarga es igual a la descarga y la recarga neta es cero (Fig. 12 A).
Bajo condiciones de desarrollo de aguas subterráneas, el bombeo equivale a descarga artificial.
En un sitio dado, el agotamiento del acuífero y su cono de depresión pueden reducir
efectivamente la descarga natural a un valor cercano a cero. En este caso, la recarga neta
es la cantidad de recarga aumentada menos el bombeo, menos la descarga disminuida, si esta
última sigue siendo positiva (Fig. 12 B). Si la recarga neta es cero, el nivel freático está
en estado estable; si la recarga neta es negativa, como suele ser el caso en condiciones
de agotamiento del acuífero, la napa freática continúa disminuyendo gradualmente con el tiempo.
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U.S. Geological Survey (Circular 1186) |
Fig. 12 A. Recarga neta bajo condiciones prístinas.
B. Recarga neta bajo condiciones de desarrollo.
Al determinar los efectos del bombeo, se reconoce que no toda el agua bombeada es
necesariamente consumida. Por ejemplo, no toda el agua bombeada para riego es consumida por
evapotranspiración. Parte del agua regresa al sistema de agua subterránea como flujo de
retorno. La mayoría de los otros usos del agua subterránea son similares, ya que
parte del agua bombeada no se consume sino que se devuelve al sistema. Por lo tanto, es
importante diferenciar entre la cantidad de agua bombeada y la cantidad de agua realmente
consumida.
Son posibles los siguientes tres escenarios:
Condiciones prístinas o de predesarrollo,
en la cual la napa freática permanece sin cambios a largo plazo,
Condiciones de desarrollo, con tasas moderadas de extracción,
donde la napa freática alcanza un nivel hidrológico de
equilibrio en un estado algo más bajo
que el estado original, y
Condiciones de desarrollo, bajo extracción intensiva, donde la napa freática continúa
cayendo debido al bombeo de agua subterránea a tasas insostenibles.
Bajo el primer escenario, con condiciones prístinas,
el sistema se encuentra en un estado de
equilibrio a largo plazo, apoyando los cuerpos de agua superficiales locales (corrientes,
ríos, pantanos y lagos) y ecosistemas (acuáticos, ribereños, de transición y terrestres).
Bajo el segundo escenario, con tasas de extracción moderadas, las aguas superficiales locales
y los ecosistemas se ven moderadamente afectados. Bajo el tercer escenario, con retiros por bombeo
intensivos, muchas aguas superficiales locales se reducen sustancialmente; los ecosistemas
vecinos se degradan y, en casos extremos, son gravemente comprometidos.
El gradiente hidráulico, el cual está sujeto a intervención humana, controla el flujo de agua
subterránea (Ley de Darcy). En un lugar determinado, la recarga es proporcional al gradiente
hidráulico horizontal (Fig. 13). Por lo tanto, a nivel local, el abatimiento del acuífero tiene
la tendencia a aumentar la recarga inducida, que, si es sustancial, puede llegar a extraerse de los
acuíferos vecinos conectados. Es necesario realizar estudios geofísicos e hidrogeológicos para
determinar la conectividad de los acuíferos. En el caso de acuíferos conectados,
el bombeo sostenido puede tener una gran área de influencia, dependiendo del relieve del
terreno (plano o montañoso) y el gradiente hidráulico horizontal.
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Portage County, Wisconsin |
Fig. 13 El gradiente hidráulico horizontal.
12. ABATIMIENDO DEL AGUA SUBTERRÁNEA
El agotamiento del agua subterránea ha sido documentado en muchos casos. Un caso clásico es
el del valle de Borrego, en el desierto del sur de California, cerca de Borrego Springs, en
el condado de San Diego. Los niveles de agua en el valle de Borrego han disminuido
0.6 metros por año en los últimos 20 años. El agua subterránea extraída se utiliza para
la agricultura intensiva, así como para la recreación.
Otro ejemplo significativo de abatimiento de aguas subterráneas es el valle de Ojos Negros,
en Baja California, México, a unos 40 kilómetros al este de Ensenada. En los
últimos 35 años, la capa freática en el valle ha caído hasta 45 metros. El agua
subterránea extraída se utiliza principalmente para agricultura intensiva. La
experiencia del valle de Ojos Negros es particularmente aleccionadora, porque el valle deriva
su nombre (español para "Ojos Negros") de dos pantanos de forma ovalada, o "ciénagas"
(deletreada incorrectamente "sienega" en la Fig. 14), que existían antes del desarrollo,
y que desde entonces se han secado y desaparecido.
Otros humedales cerca de la desembocadura del valle se han
reducido a una fracción de su tamaño original (Ojos Negros Research Group, 2003).
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Archivos
Zárate, Ensenada |
Fig. 14 Extracto de un mapa que muestra
las dos lagunas ovaladas que dieron su nombre al valle de Ojos Negros,
en Baja California, Mexico (datado en 1864).
En el centro-sur de Arizona, el bombeo de agua subterránea para apoyar el crecimiento de la
población, incluidas las regiones de Tucson y Phoenix, ha resultado en caídas de la capa freática
de entre 90 y 150 m, el hundimiento del terreno de hasta 3.8 m,
y pérdidas significativas de ecosistemas ribereños. La Figura 15 muestra dos
vistas del mismo lugar del río Santa Cruz en Martinez Hill, al sur de Tucson. La foto de
la izquierda, con fecha de 1942, muestra varios grupos de árboles de mezquite y
álamos bien establecidos
a lo largo de las orillas de los ríos, lo que indica que la humedad suficiente
para la vegetación de soporte existía en el suelo en ese entonces. La foto de la derecha,
tomada en 1989, muestra que los árboles ribereños han desaparecido. Los datos de dos pozos
cercanos indican que el nivel freático se ha reducido en más de 30 m debido
al bombeo, y esto parece ser la razón principal de la disminución de la vegetación. Se conoce que
las raíces de mezquite en la llanura de inundación del río Santa Cruz pueden llegar
a profundidades de 15 a 18 m (Meinzer, 1927).
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Robert H. Webb, U.S. Geological Survey |
Fig. 15 Dos vistas, izquierda (1942) y derecha (1989),
del mismo tramo del río
Santa Cruz , al sur de Tucson, Arizona.
El agotamiento no se limita a las regiones semiáridas y áridas. El bombeo intensivo también
puede conducir al agotamiento del agua subterránea en algunas regiones subhúmedas. La Figura
16 muestra el registro histórico de los niveles de agua en un pozo USGS en el condado de Cook,
Georgia. Los últimos 35 años han visto una caída de casi 5 m.
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Fig. 16 Un caso documentado del abatimiento de agua subterránea
en el condado de
Cook, Georgia, EE.UU.
13. TRAGEDIA DE LOS COMUNES
El agotamiento del agua subterránea es una consecuencia lógica de un bien común (un recurso
natural utilizado conjuntamente por muchas partes interesadas) siendo explotado en ausencia de
regulación o prácticas sostenibles. Al igual que con cualquier otro recurso natural que se
posee en común, un acuífero tiende a ser visto por individuos que persiguen sus propios
intereses como un recurso para ser explotado antes de que otros puedan usarlo.
La libertad en referencia a los bienes comunes
trae la ruina a todos, ya que cada persona se ve obligada a aumentar su beneficio individual sin límite.
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El marco teórico de la "Tragedia de los Comunes" se lo debemos a Hardin (1968). En resumen,
Hardin observa que la libertad en los bienes comunes finalmente causa la ruina de todos, ya que cada persona
está obligada a aumentar su beneficio individual sin límite, en un mundo obviamente
limitado. Dada
la lógica inherente de los comunes, la regulación de los acuíferos parece ser la única
forma de evitar una repetición de la tragedia.
14. IMPACTOS DEL ABATIMIENTO DE AGUA SUBTERRÁNEA
Los impactos del abatimiento del agua subterránea son variados. El primer y más
directo impacto es la pérdida de flujo de base. Las aguas subterráneas poco profundas fluyen
casi horizontalmente, en dirección a la depresión más cercana en la corteza terrestre,
generalmente hacia un arroyo o río que drena un valle. Cualquier agua subterránea poco
profunda extraída por bombeo es agua que no llega a las aguas superficiales cercanas (Fig. 17).
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Fig. 17 El bombeo excesivo convierte
una corriente influyente en exfluyente, con la consecuente reducción
del flujo de base.
El impacto depende de la intensidad del bombeo y la pérdida consecuente de flujo base. Si el flujo
de base desaparece y esto se puede asociar con el bombeo de agua subterránea, los efectos
podrían ser de gran alcance. Por lo tanto, en general, es necesario considerar el uso conjunto
de las aguas superficiales y subterráneas, en lugar de tratar estos dos recursos como
si fueran sistemas separados, sujetos a políticas de gestión diferentes
(National Research Council, 2000).
La interacción entre las aguas superficiales y subterráneas varía de climas áridos a húmedos.
Las corrientes perennes, típicas de las regiones subhúmedas y húmedas, aumentan
su flujo a través del flujo de base. Por el contrario, las corrientes efímeras,
típicas de las regiones áridas y semiáridas, disminuyen su flujo a través de las pérdidas de
transmisión, que son exactamente lo opuesto al flujo de base (Natural Resources Conservation
Service, 2005). Por lo tanto, cuando una corriente perenne se transforma en una corriente
efímera a través del agotamiento del acuífero, una fracción de la escorrentía superficial
se convierte en agua subterránea poco profunda, lo que aumenta la recarga. Efectivamente, el
gradiente hidráulico se ha invertido; donde originalmente fluía hacia la corriente, ahora
fluye fuera de la corriente (ver Fig. 17).
La pérdida de flujo de base puede desencadenar una reacción en cadena de impactos negativos a
varios componentes del paisaje. Los impactos directos o primarios sobre el paisaje se pueden
expresar en términos de:
Aumento de la magnitud y frecuencia de inundaciones,
Pérdida de humedales y vegetación ribereña,
Pérdida de freatofitas y zonas de transición acuático-terrestre,
Cambios en la morfología del canal,
Aceleración de la erosión y el desarrollo de barrancos,
Mayor severidad y frecuencia de sequías, y
Pérdida de hábitat de vida silvestre y reducción de la biodiversidad.
Otros impactos relacionados con el agotamiento del agua subterránea incluyen los siguientes (Fig. 18):
Secado de pozos de bombeo,
Aumento del costo de bombeo e infraestructura de pozos,
Hundimiento de la tierra (Galloway et al., 2001),
Intrusión salina, y
Cambios en el albedo de superficie y el cambio climático relacionado (Ponce et al., 1997).
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U.S. Geological Survey/College of Alameda Physical Geography |
Fig. 18 Otros impactos del abatimiento de agua subterránea.
Los impactos del agotamiento del agua subterránea son serios y, en la mayoría de los
casos, lo suficientemente importantes como para justificar una evaluación detallada. Una
estrategia apropiada es desarrollar datos de referencia sobre varios componentes de la
ecosfera, antes del desarrollo propuesto de las aguas subterráneas. Estos componentes incluyen:
Agua superficial,
Flujo de base,
Ecosistemas acuáticos,
Humedales y ecosistemas ribereños,
Freatofitas y otros ecosistemas de transición acuático-terrestre,
Ecosistemas terrestres,
Recursos de vida silvestre, incluidos corredores y corredores aéreos, y
Climatología y cambio climático.
En ausencia de datos de referencia, es difícil determinar una relación de causa y efecto entre
el desarrollo del agua subterránea y sus consecuencias ambientales. Los efectos del desarrollo
del agua subterránea tienden a ser aparentes gradualmente, con el tiempo a menudo medido en
décadas, como en el caso del cambio climático (Alley y Leake, 2004). Otros impactos, como la
pérdida de flujo de base, pueden hacerse evidentes en un período de tiempo más corto, generalmente
en unos pocos años.
Los efectos del desarrollo del agua subterránea tienden a ser aparentes gradualmente, con el
tiempo a menudo medido en décadas.
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En muchos casos, es difícil conectar los efectos observados del agotamiento
de agua subterránea con acciones del pasado. Por lo tanto, es imperativo
que los impactos del desarrollo sean evaluados cuidadosamente y monitoreados
minuciosamente. Comenzando en las primeras etapas del desarrollo de agua
subterránea, se deben establecer vínculos causa-efecto y elaborar planes de contingencia y mitigación.
15. RENDIMIENTO SOSTENIBLE
Dado que las aguas subterráneas poco profundas están intrínsecamente conectadas a las aguas
superficiales, se deduce que no deben explotarse de manera insostenible. Se observa que los
acuíferos pueden haber acumulado sus volúmenes durante siglos o milenios. Por lo tanto, una
política de uso del agua subterránea basada en una reducción sustancial del volumen del
acuífero sería insostenible, particularmente si la tasa de reposición es lenta.
Una política sostenible para la explotación de acuíferos poco profundos debe basarse no en el
volumen existente, sino en la capacidad de recarga de la cuenca. Para este propósito, se puede
usar un balance de masa para evaluar los componentes del ciclo hidrológico,
sobre una base anual. El
balance de masa de una cuenca subterránea es (Fig. 19):
P - E - T - Q - G - D = 0 | (Ec. 3)
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en la cual P = precipitación,
E = evaporación (de lagos y otros cuerpos de agua superficial),
T = evapotranspiración (de ecosistemas vegetativos),
Q = escorrentía superficial (escorrentía directa o de flujo de avenida),
G = escorrentía de agua subterránea (al flujo de base), y
D = percolación profunda (las aguas que van directamente al océano, sin pasar por el flujo de
base).
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Fig. 19 El balance de masa de una cuenca de agua subterránea.
Un plan de gestión sostenible de las aguas subterráneas debería comenzar aprovechando la
percolación profunda (D en la ecuación 3 y la Fig. 19), que de lo contrario se perdería
en los océanos. En principio, la percolación superficial (G en la ecuación 3 y la Fig. 19)
pertenece a las aguas superficiales y, por lo tanto, debe considerarse en tránsito a través
del acuífero. En la práctica, las fracciones adecuadas de percolación superficial se pueden
aprovechar solo después de que estudios detallados muestren que los impactos hidrológicos,
ecológicos, geomorfológicos, climatológicos y de otro tipo son mínimos (Sophocleous, 2000).
La percolación superficial se puede aprovechar solo después de que estudios detallados
muestren que los impactos hidrológicos, ecológicos y de otro tipo son mínimos.
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Se requieren estudios hidrológicos e hidrogeológicos para estimar con precisión las cantidades
de percolación a escala local y regional (National Research Council, 2000). En ausencia de
estos estudios, una estimación inicial de la filtración profunda puede basarse
en la hidrología global. Anualmente, la percolación profunda es aproximadamente 1/6 de
percolación superficial o flujo de base (ver Fig. 3). Por lo tanto, la percolación profunda
equivale al 2% de la precipitación (L'vovich, 1979).
Usando este valor como una estimación inicial, hasta que estén disponibles estudios detallados
específicos de la cuenca, el rendimiento sostenible de un acuífero poco profundo puede
calcularse como:
en la cual Y = rendimiento sostenible, en unidades de volumen por año, A = área de superficie
de recarga, que puede tomarse como el área geográfica del acuífero, y P = precipitación anual
[profundidad por año].
Para A en kilómetros cuadrados y P en milímetros por año, la fórmula para Y, en metros cúbicos
por año, es:
Para tener en cuenta adecuadamente la variabilidad de la precipitación anual, el valor
recomendado de P es el promedio de los últimos N años de registro, en el que N es el intervalo
de recurrencia típico de los eventos de sequía en la ubicación geográfica dada. Para la
mayoría de las regiones de interés práctico, el N varía entre 3 y 25 años, siendo 3-6 años
para regiones áridas, 6-12 años para regiones semiáridas y 12-25 años para regiones subhúmedas
(Ponce et al., 2000).
El uso del agua subterránea más allá de la percolación profunda,
el cual incluya fracciones de percolación poco profunda, tendría que mostrar de manera
concluyente que no afecta negativamente a las aguas superficiales y los ecosistemas
locales y/o regionales. También tendría que demostrar que no causa una caída
significativa en la napa freática, lo que pondría el sistema de flujo del
acuífero en un curso insostenible, y que no causa la reducción de los
humedales, la degradación de las corrientes vecinas, el hundimiento del suelo,
el cambio climático u otros impactos secundarios.
16. SOSTENIBILIDAD Y CALIDAD DEL AGUA
La sostenibilidad en la cantidad de agua debe implicar la sostenibilidad en la
calidad del agua. La pérdida de calidad del agua subterránea inducida por acciones
humanas es un problema generalizado tanto en los países desarrollados como en desarrollo.
En los Estados Unidos, existen áreas extensas con agua subterránea debajo de materiales superficiales, los cuales
pueden consistir de depósitos no consolidados y/o rocas
intemperizadas, porosas, o fracturadas. Estos materiales pueden alcanzar profundidades de algunos
cientos de metros y se encuentran a menudo sobre acuíferos de roca madre más profundos.
El agua subterránea en estos materiales superficiales es particularmente vulnerable a la contaminación,
como resultado de acciones u omisiones de individuos y corporaciones (Fig. 20). Estas
acciones u omisiones incluyen uso inapropiado de la tierra, uso excesivo, negligencia,
desgaste u obsolescencia, y accidentes. La contaminación puede afectar las áreas agrícolas,
así como otras áreas rurales; en algunos casos, incluso las zonas urbanas se ven afectadas.
El agua subterránea en materiales superficiales es vulnerable a la contaminación como
resultado de acciones/omisiones de individuos/corporaciones.
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Fig. 20 Una pluma de agua contaminada moviéndose en
direccion a un pozo de bombeo.
En un estudio exhaustivo del Servicio Geológico de los EE. UU., las concentraciones de nitrógeno
en casi la mitad de las corrientes muestreadas en áreas agrícolas se clasificaron entre las
más altas de todas las corrientes medidas. Además, las tasas más altas de detección de los
herbicidas más utilizados (atrazina, metolacloro, alacloro y cianazina) se encontraron en
arroyos y aguas subterráneas poco profundas en áreas agrícolas (Fuhrer et al., 1999).
En zonas rurales, el uso inapropiado de la tierra y otras actividades humanas pueden conducir a la
contaminación del acuífero. Esto último es particularmente crítico en aquellas áreas que son altamente dependientes
de aguas subterráneas. Para áreas donde el agua subterránea puede haber sido designada como única o principal
fuente de agua potable, la implementación de la protección del pozo es una necesidad imperiosa.
La protección del pozo es una estrategia de regulación
federal diseñada para proteger el suministro público de agua potable, administrando el terreno alrededor de un pozo donde las actividades puedan afectar la calidad de
agua. En algunos casos, la contaminación del acuífero se puede rastrear hasta los sistemas sépticos in situ y
la fertilización del césped. Por lo tanto, los focos de desarrollo urbano en áreas predominantemente rurales deben
abogar por la sostenibilidad, conciliando
prácticas para obtener
agua potable de pozos y la disposición de aguas residuales a sistemas sépticos vecinos.
Se han realizado grandes esfuerzos para predecir el movimiento de agua y contaminantes bajo
tierra. Sin embargo, aún es difícil establecer con confianza si un determinado uso de la
tierra tendrá o no un impacto específico en un suministro de agua en particular. Gran parte
de la incertidumbre en la localización de fuentes proviene de la complejidad del acuífero,
incluida la heterogeneidad y la anisotropía. Los acuíferos superficiales de roca fracturada a menudo
desafían la caracterización; además, el transporte de contaminantes a lo largo de las fracturas
está dominado por la advección, con poca difusión de la concentración de contaminantes.
Por lo tanto, las propiedades macroescala de los acuíferos son rara vez adecuadas para determinar
las rutas de flujo y los tiempos de viaje necesarios para los estudios de transporte de
contaminantes y los análisis de protección de la cabeza del pozo (National Research Council, 2000).
17. RESUMEN
El uso no sostenible de las aguas subterráneas tiene un impacto significativo en una gran
cantidad de recursos y servicios hidrológicos, ecológicos y de otro tipo, incluidos los
cuerpos de agua dulce y los ecosistemas acuáticos, ribereños, de transición
acuática-terrestre, y terrestres.
El flujo de base disminuirá, los humedales desaparecerán, los arroyos y ríos se degradarán,
la erosión en los ríos aumentará y el hábitat de la vida silvestre se reducirá. Otros impactos
incluyen el secado de pozos, la intrusión de agua sallina en áreas costeras y el hundimiento
del terreno (Fig. 21).
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U.S. Geological Survey (Circular 1182) |
Fig. 21 Regiones en los Estados Unidos de América
en las cuales el hundimiento del terreno se ha asociado
al bombeo de agua subterránea.
El uso sostenible del agua subterránea debe comenzar aprovechando principalmente la percolación
profunda y secundariamente, la percolación superficial. Este último debe explotarse solo si se
demuestra que sus efectos sobre el flujo de base de las corrientes y cuerpos de agua vecinos son
mínimos. Se requieren estudios hidrológicos e hidrogeológicos detallados para determinar las
cantidades de percolación. En ausencia de estudios específicos, los valores globales
de percolación profunda pueden usarse para establecer una estimación inicial de referencia del
rendimiento sostenible.
Son necesarios
estudios hidrológicos e hidroecológicos de base y dependientes del tiempo
para evaluar y monitorear el efecto del uso del agua subterránea en los cuerpos de agua dulce
locales, los ecosistemas vecinos y la geomorfología. Para garantizar la sostenibilidad, estos estudios
deben ser parte integral del desarrollo planificado de aguas subterráneas.
Un acuífero contaminado no se puede utilizar como recurso. Por lo tanto, se debe hacer todo
lo posible para garantizar que la cantidad y la calidad del agua subterránea se conserven en
beneficio de las generaciones presentes y futuras.
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